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Preparados, listos... ¡Corre, corre, Forest!

Tengo el escritorio un poco ocupado, tanto en su cuadriculada extensión, como en su subjetividad más estricta de saber que lo adquirí para sentarme rigurosamente a pensar y poder crear textos literarios para colgar en mi blog. Desde que me mudé me he vuelto un procastinador; pospongo todo, ensayos, análisis de lecturas, prioridades que para cualquiera son indudablemente una pérdida de tiempo.  Pero a Dios gracias, inevitablemente para mi no lo son. 

He decidido empezar este 2018 con muchos planes, entre ellos está recuperar los ocho kilos que subí el año pasado, hacer más deportes, traer todos los proyectos que pueda para la ciudad en la que vivo, mejorar como ser humano y sobre todo dar mucho más con el compromiso que tengo hacia mi comunidad LGTBI; en fin, se que no es poco, pero lo haré.

Empecé el año leyendo al que se convirtió en uno de mis escritores favoritos, Haruki Murakami, el libro “De qué hablo cuando hablo de correr” y vaya, me está gustando más de lo que pensé, me he sentido identificado en más de una frase, en una componenda de palabras que se unen (creo yo) para calificarme. No se, intuyo que los libros son como el buen amor, llegan a tu vida en el momento y tiempo exacto.

Ahora que escribo sobre el amor, he descubierto muchas cosas sobre el tema, pero mientras no lo viva, solo constituirá para mi una casi inútil materia de estudio, que solo se aplica si el caso práctico se ajusta a la medida de mis emociones. El resto no cuenta.  

Mientras escribo este último párrafo, todo está completamente silente, a lo lejos se escuchan las cigarras, cuyo reino, la oscuridad que te obsequia la selva, se dispone a prepararse para una tormentosa lluvia. En noches como ésta, frías, mayúsculas, alcahuetas a un buen amante, decido escribir sin rumbo, como que voy preparando mi cuerpo para correr, poco a poco, de manera sostenida sin que nada me importe, hasta llegar a mi meta. Sí, es ahora cuando toma más relevancia una que otra meta personal y tiene que ser cumplida. No me deseo suerte, sino fortaleza, paciencia y trabajo. 


Hasta pronto. 

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