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Mostrando entradas de diciembre, 2016

La loca, el Chullachaqui y franco, yo no sé qué tengo que ver en esta historia.

Dicen los que lo vieron que siempre anda cojeando, o que solo cojea con un pie. Era mediados de los setenta, uno que otro local nocturno se erguía como un bicho raro en esta hermosa ciudad. Second Life y Jumbo, eran las discotecas tarapotinas que de alguna u otra manera eran testigos oculares de amores que nacieron en la alborada, de aquellos besos insufribles que se daban sin abrir la boca; la música disco sonaba y resonaba, the Beatles causaban furor, pero eran pocas los hits que se conocían, mientras al otro lado del río, Los Tigres de la Banda de Shilcayo causaban furor con muchas de sus canciones. Eran las siete de la noche, Carolina y Carlos se amaban, primero a besos en la boca, luego por debajo de oído, el no podía detener sus ímpetus, ella no podía tener abiertas sus piernas, sentía el pene erecto de su prometido, a él nada más le costó poner hacia un lado la parte delantera de la ropa interior de Caro, como la decían sus amigas, su madre, sus tías. Voy a misa mamá, dijo ant

Sí, a él lo mataron la homofobia de sus padres.

No es una recurrencia barata el decir que la homofobia mata. Lo recuerdo, amigo de infancia, de mediana estatura y rellenito hasta el día de su muerte. Cuando murió, yo dormía en una Medellín alborotada por   el festival de las flores, eran las tres de la mañana y fiel a su estilo se me presentó en sueños a invitarme a su nueva morada, me jalaba de los pies y las manos. Me dio pesadilla. Al despertarme asustado, agarré mi iPhone, vi la lamentable noticia en Facebook, mi amigo había muerto. Era gay, nunca se atrevió a salir del closet porque estaba lleno de miedos y prejuicios, sus charlas preferidas eran los reinados del Miss Mundo y del Miss Universo, también del Voley femenino. Vivía enamorado de un compañero suyo, sé que se correspondían, pero en la soledad de cualquier rincón peligroso, solo ahí. De familia completamente homofóbica y fue en una reunión que organizó con otros amigos homosexuales, ahí en ese lugar que le servía de “hogar” y también de gueto, que vi por primera v

Y este año, antes de celebrar Navidad ¿Amaron lo suficiente?

En verdad estoy cansado y también apenado por la forma mercantilista en la que se viene llevando esta navidad. O sea a buen entendedor, ¿quién ya no ha gastado su dinerito en esmerarse para que esta celebración sea algo memorable? Estoy en la casa de mis padres, mi mamá está cuidando con mucho amor a mi sobrina Paz, mi papá lava los servicios usados a la hora del almuerzo, mi hermana y su esposo salieron a hacer las “últimas” compras, mi hermano (creo que es el único que le da sentido a todo lo que hace) disfrutando de la vida. Y yo les cuento que estoy escribiendo este artículo con el álbum Navideño (Merry Christmas) de Mariah Carey,   a ver si en algún momento se me sale el espíritu navideño ¿o sea manyas no? No está en duda el amor que le tengo a mi clasemediera familia, pero hago números y más números y no encuentro motivo para gastar mucho, regalos (bajo el árbol), que durarán lo que su precio diga, una cena que se seguirá recalentando hasta que sus triglicréridos digan

No lo leas antes de Navidad. ¡Vive!

Empiezas a creer lo que siempre te fue indiferente, empiezas a imaginar, ilusionarte, a ver en sus imperfecciones un lienzo perfecto, una nota melódica o quizá un eco que parece voz estentórea, choca con los árboles, rebota en tu inconsciente y te trae recuerdos. Amance agresivos pájaros silvestres que buscan en primavera su mejor estadía, vuelan bajo porque no quieren encontrarse con los Dioses, desean historias de amor que puedan picotear y alimentarse, esos amores que se juran no olvidarse nunca y que lo hacen a medio camino.  Empiezas a creer que todo es eterno, un beso, una sonrisa, una verdad. Un beso termina al primer suspiro, porque quien no respira ya está muriendo; una sonrisa incansable solo un bufón lo puede dar; una verdad se va trastocando con el tiempo, es atemporal y suele ser inocua hasta para nuestros versos que se convierten en carroña. Empiezas a amar y tu sutileza es una torpeza que no se remedia ni con actos, ni con maquillaje, conviertes tu cara en un vi

Me queda claro.

Es 23 de diciembre, a casi una semana de terminar el año, lo único que me queda claro en esta vida es que cada día tengo que leer más, aprender más y tratar de ser una herramienta lo más practica posible para el desarrollo de mi ciudad: Tarapoto. 

No se puede callar cuando se siente.

No quiero imaginarme las épocas ni los motivos por los que Fiodor Dostoyevski pasaba para inmortalizar esta frase; sin embargo yo la acuñaré a varios aspectos de mi vida, así de simple, sin más comas, sin más filtros. No se puede callar cuando se siente que tus derechos están siendo llevados al abismo por un grupo de ciudadanos que se sienten con la atribución de decidir por ti. Hay que gritar, levantar nuestra voz, que no sea un hilo que se pierda con el murmuro de voces moribundas, los derechos se piden a gritos o nada. No se puede callar cuando se ama, sea cual sea el tipo de amor que nos tengamos, el amor es un sentimiento muy generoso que implica tenerlo a flor de piel, como un tatuaje personal, como una huella digital, como parte intangible de tu personalidad, como un sello. El amor es un poema que debe ser recitado en voz alta, jamás a escondidas, es un himno donde se inmola la más noble de las armas, la más fuerte de todas y la más grande de las satisfacciones, el ser

El Duende tácito.

Obvio, la página está casi en blanco salvo estas primeras líneas que no predicen lo que vendrá. Tengo un libro de apuntes de El Principito, un diminuto maestro Yoda con su espada iridiscente color verde. Antxon se pasea por mi escritorio, es su mundo, más que el mío, salta como quien levantando la mano para darme ideas. veo su carita con sus enormes ojos grandes color marrón, que más de una vez se pondrían acuosos cuando yo deletreaba las cartas de amor no correspondidas y jamás enviadas. De pronto estoy escribiendo alguna carta urgente para el otro lado del mundo y su mirada me descubre, logro mirarle a penas con sus deditos pegados al monitor, como una rana aferrada a una piedra. Cuando no, esta sentado leyendo algún libro o dándome la espalda, en un extremo de mi escritorio. Una vez le pregunté de dónde salió, de cómo así se hizo real, de cómo así logro compenetrar mi gélido mundo, solo me miró y sonrió como lo hacía siempre, se tiró al vacío hasta caer al piso parqué, corrió h

Érase una vez el amor.

Una ruta se hace larga cuando no sabes disfrutar el paisaje, cuando no tienes una buena conversación, cuando no tienes el destino fijo, cuando a pesar de todas las ganas de vivir, te mueres por dentro pensando en tus problemas, ahogándote en un vaso de agua de vidrio frágil y opaco.  Soy de las personas que no busca en el amor ni en otro aspecto emocional de mi vida, sufrir. Se acaba cuando yo tomo la decisión, cuando analizo los hechos y sé que la historia no va para más, analizo las alternativas de solución, me compro un buen libro, veo un par de buenas películas y si se da el caso, me tomo la mejor botella de vino blanco que tengo en reserva. Alguna vez, mientras conducía camino a casa, un amigo me llamó a contarme sus pesares, a que no adivinan, estaba sufriendo por amor; después de escucharlo buen tiempo, lo comprendí, es más, no quise estar en sus zapatos roídos y viejos. Me exigía un consejo, después de pensarlo, le devolví la llamada. ¿Fuiste alguna vez a visitar a a