Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2016
Día tres, cuatro y probablemente cinco. Mil soles, 300 soles por vez, ropa de canje y venta de cigarrillos y caramelos.  Tarapoto se ha convertido en una ciudad que no solo baila a ritmo de sus palmeras, sino también a ritmo de sus noches calurosas, llenas sexo, diversión y una que otra historia que parece arrancada de un cuento, como sí cualquier protagonista fuera hecha o descrita a medida de un diario de páginas sensacionalistas. Vestida de negro, zapatos de taco alto, el cabello rubio, le acompañaba de accesorio una cartera negra, a todas luces de manufactura casi casera, pero con una etiqueta cuyo precio se podría pagar hasta cinco sueldos mínimos. Bella a simple vista, bailaba como una mujer libre, sin ataduras y complejos, dueña de si misma. Sì, como el mundo fuera hecho para ella, una ganadora. Al otro lado de la ciudad, a la misma hora Jonathan se desvestía después de jugar su pichanga de fulbito, las puertas de su ducha eran transparentes y se dejaba ver toda
Día dos y la inexistencia del futuro. Imagino que después de más de tres décadas, nuestra memoria es más que relativa. Trato de darme un chapuzón en lo más profundo de mis recuerdos, encuentro mucho y a la vez poco. Suspiros vagos de lo que fue una infancia hermosa, momentos en el río shilcayo, música de los Bee Gees y ABBA y Los Tigres de Tarapoto, que supongo las escuché de mis tíos, tardes mágicas en el campo de los curas, jugando fulbito o mezclándonos en la enmarañada hierba de los alrededores, buscando conejos silvestres y por las noches a jugar a las escondidas, estudiar un rato y después de un aterrador grito de mi abuela, a bañar para luego dormir. No tenía ni la más mínima idea de lo que era el futuro, claro que comprendía con exactitud que el futuro siempre era mañana y que era un tiempo más para conjugar el verbo. Bueno, han sido tiempos hermosos, Tarapoto aún despertaba de muchos letargos, el terrorismo avanzaba a paso firme y supongo que ahí, justo en eso
Día Uno. Claro, es propio de mi trasnoche que no puedo imaginarme otro título. En el fondo da igual, porque en realidad es el día uno de este blog, que a buena o quizá mala hora ideé para dejar fluir lo que quiero escribir, para que tu  y yo nos conozcamos más, ¿entiendes no? Osea, a través de estas líneas seremos íntimos, usted mi lector y yo, tu émulo de escritor. Y es que es así, uno va dando saltos en la vida tratando de disimular nuestra pesadez, pero eso es otro tema, una condición casi natural en esta sociedad que no pinta con un solo rostro, una sociedad variopinta de caras que se transforman al ritmo de su conveniencia. Solo es día uno, vendrán otros más, vendrán más títulos, artículos de todo tipo, si tienes una historia que contar, bienvenido seas. He llamado Filósofo trasnochado, porque eso es lo que soy, hace muchos años que no duermo las 8 horas reglamentadas y bueno, lo de filósofo es algo que va más allá del sarcasmo, es una forma de reírme de mi mismo, una manera d