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Mostrando entradas de 2020

Mi Primera vez.

Partimos los cuatro amigos de infancia, una madrugada de fiestas patrias a pasar un mes en el extranjero, para conocer algunos lugares de Latino y centro américa, y de paso ser testigos de la pedida de mano que uno de nosotros haría a su novia, una hermosa hija paisa, una bella medellinense llamada Luisa. El plan era simple, estar siempre unidos, visitar Cuba, República Dominicana, Costa Rica, Colombia, con su respectivo paso por Panamá. Esto de unidos era para nosotros una especie de sacramento, casi religioso que se cumpliría sí o sí. Por demostrarles con el ejemplo más práctico y concreto, si a Manuel no le gustaba la bandeja paisa por tener muchas calorías y al resto sí, Manuel se tenía que empujar la bandeja paisa enterita, porque en las democracias, son las mayorías quienes deciden.   Era casi una unión civil desde la infancia, Walter era el futuro novio, que encontraba la juerga hasta levantando una piedra, Sandro era el abogado del grupo, nuestra constitución andante, nos d

Marica y serrana.

Yo, la preferida del chacal, La reina del sindicato, Heredera de Collas y Lupacas, Digna, nunca de arrabal. Yo, más artística que nunca, La del taco alto y dorado, Me saco los aretes broca, Antes de pelearme en el mercado. Yo, la que al viento da la cara, A la bofetada, al insulto, A la mueca rara. Yo, la de piel cetrina, Sangre huanca, mirada de cóndor, Yo, la marica y serrana.

La hora mágica.

De pronto el gato vomitó una canica nacarada. Se puso entre el televisor y yo, y como si nada hubiera pasado se desperezó y siguió su rutina indiferente y narcisa. ¡Qué asco! Tener esos animales en casa debe ser todo un lío, dije. Javier salió de la cocina con un vaso de yogurt, esos que se venden como orgánico y vegano, es que él es fitness pues. Qué pasó Lucio, me dijo antes de sorber un poco de su bebida. Nada, solo me incomoda que tu gato ande vomitando canicas por la casa, no quiero ni imaginar lo que defeca, ¿lo puedes alejar de mí, por favor? Javier, entiéndeme, con esto del virus corona le entro pánico a todo, hasta a mi propia respiración. Está bien, Lucio, está bien, me dijo moviendo la cabeza a ambos lados, como si yo acabara de decir una salvajada, alguna cagada. Él, es un tipo que me simpatiza, con el tiempo hemos logrado construir un vínculo, una especie de puente emocional, que por algún motivo más fuerte que nosotros, no nos atrevemos a cruzar. Yo, estaba