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Mostrando entradas de enero, 2019

Puedes meter gol con una pelota rosada.

Puedes meter gol con una pelota rosada. Las Palabras. No puedes disimular el dolor mientras el corazón se estruja como una esponja que usas para limpiar pisos. Nos conocimos por Facebook, hace un poco más de seis años, él tenía 19 años llenos de energía, yo entraba a la nueva experiencia de cumplir 35 años, con una vida casi resuelta, docente universitario y también jugando a ser empresario. Aquella tarde leía plácidamente “el equipaje del viajero”, donde decía: “Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas” , de pronto una notificación del Facebook me interrumpió, era él y quería verme. Así como se emocionan los hinchas de fútbol cuando su equipo favorito mete gol, o cuando visitas por primera vez alguna maravilla del mundo, así como el primer amor, así me emocioné. A las ocho en punto se iría a mi departamento,

Busco novio 1.0

(Enciendo una vela). La vida está hecha de rituales, la misa es un ritual, el fútbol tiene sus rituales, la natación, inclusive el zorro le explicaba al Principito que la vida está llena de ellas y que para ser amigos deberían ellos hacer uno. Todos los días, al llegar a mi oficina, enciendo una vela y pido un deseo, me gusta pedir, soy como ese niño que pide su regalo de Navidad o esa Miss Universo que va ser feliz y plena pide la paz mundial.  No sé ni por qué empecé con este primer párrafo, lo cierto es que ayer se me ocurrió una idea; primero les explico que mi vida amorosa se describe y reduce a la canción de Juan Gabriel, “Yo no nací para amar”, no sé qué tipo de brujería es, pero ya hace buen tiempo que no tengo novio, así que decidí buscarlo, en FB, en las fiestas, en las obras de teatro, en el Matadero, en el cine, en las canchas de basket y aunque usted no lo crea, también en Misa.  Y es así, que ayer no dejé de dormir por pensar, dejé de comer por hacerme ilusione